Siete días en Heliópolis de Yaraví Roig - Parte 4

Siete días en Heliópolis de Yaraví Roig - Parte 4

Siete días en Heliópolis de Yaraví Roig - Parte 4

10-Captura de pantalla completa 12022014 231701


(Dice Irina a Carlos) -Es cierto, le contesto, una de ellas es que luego de hacer memoria te reconocí entre mis camaradas de la universidad cuando cursábamos estudios de antropología en Madrid.


-También yo te recuerdo, es más, sabía que venías en ese vuelo cuando me enteré de la lista de pasajeros.


-¿Y por qué no me lo hiciste saber? Yo recién ayer me di cuenta, tu cara me era familiar, pero no sabía de dónde.


-No podemos intimar con los turistas, pero ahora es diferente, tú has mostrado mucho interés por saber sobre el Balneario y no me extraña, eres una arqueóloga. Han venido muchos como tu antes, haciendo preguntas y tratando de investigar cosas del pasado del pueblo y se les ha invitado a retirarse, pero contigo hemos decidido develarte la verdad.


-¿Cuál es esa verdad que tan férreamente ocultan?


-La ciudad fue fundada hace doscientos años por un alquimista, como dicen los libros, pero no aquí sino diez kilómetros dentro de lo que ahora es el mar. Las islas que ahora ves, eran cerros sobre tierra firme y entre ellos y la costa discurría el pueblo de chalets de techos rojos y elegantes hoteles en su época. El alquimista que la creó a su gusto y voluntad  la llamó Heliopolis y dejó símbolos de la Sagrada Ciencia en todos los lugares estratégicos. Había sido educado por los Jesuitas italianos, depositarios de los conocimientos de los Antiguos Caballeros Templarios, como ellos, era poseedor de una singular riqueza que trató de transmitir en los planos espirituales.


-¡Con razón la cabeza del Bafomet!


-Sí la cabeza que encontraste en una gruta del Cerro de Pan de Azúcar, ya lo sabemos, todos tus movimientos son conocidos.


-¿Me espiaron?


-Sí, perdona por hacerlo, pero cuando un turista se manifiesta como tú es necesario intentar saber si su interés es genuino. Creemos que el tuyo lo es.


Esa cabeza del Bafomet, estaba decorando los jardines del Castillo donde el alquimista tenía su laboratorio. Muchos de los símbolos fueron depositados por la fuerza del agua en diferentes sitios. Realmente no hiciste ningún hallazgo, sabíamos que ese Bafomet estaba allí. Decidimos dejarlo así.


-¿Y que fue lo que ocurrió?


-Como sabrás al iniciar el segundo decenio del siglo XXI, hubieron grandes cataclismos en el planeta, debido a la ingerencia del hombre en el clima, pero también a las gigantescas explosiones solares, verdaderas bombas nucleares cuya radiación destruyó todos los satélites de telecomunicaciones y provocó estos cataclismos.


-Exacto, cambió la fisonomía del planeta. Hace ochenta y tantos años, nuestros padres ni siquiera habían nacido.


-Nuestros abuelos sí, aún queda en el pueblo algún anciano que sobrevivió. Lo cierto es que según cuentan ellos, fue una noche de enero en que el pueblo se encontraba en  pleno apogeo. La gente veraneaba, paseaba por la Rambla costanera, cenaba en los restoranes y las discotecas repletas de muchachos que se divertían emborrachándose y consumiendo drogas, como en todas partes en aquellos tiempos. Muchos se habían retirado ya a dormir, cuando a eso de las tres de la madrugada se sintió un silbido muy agudo, imperceptible que procedía del mar. Solamente los más aguzados pescadores sospecharon que algo extraño estaba a punto de ocurrir y se alejaron de la costa. Nadie más se dio cuenta. En escasos minutas la marea comenzó a subir inusualmente con una velocidad aterradora, pronto la Rambla y los hoteles quedaron sepultados por toneladas de agua y como pudieron, muchos comenzaron a huir hacia los cerros. El mar siguió implacable su crecida hasta que se detuvo muy cerca del  pueblo de Pan de Azúcar. Toda la ciudad de  Heliópolis quedó sepultada por las aguas que no retrocedieron jamás, los chalets, los hoteles, el castillo del alquimista, los símbolos de la Sagrada Ciencia que advertían la llegada del cataclismo, todo quedo bajo el mar. Se perdieron miles de vidas.


14-Captura de pantalla completa 12022014 231718


-¡Qué horror! Solamente quedaron sobre la superficie la cima de los tres cerros que hoy son islas.


-Así es, tanto es así que la playa que hoy se conoce, era una antigua ruta que unía los balnearios de la costa. Otra particularidad de la catástrofe fue que se dio solamente en este pueblo, ninguna parte del país se vio dañada por cataclismo alguno.


¿Quieres saber más?


-Si, contesta decididamente Irina.


Carlos la lleva a la costa frente a la isla del Cerro del Toro, donde los espera una pequeña embarcación a motor.


-Cuando lleguemos a la isla debo ponerte una capucha para que no veas el camino, nadie debe conocerlo, es solamente para los iniciados, porque es el camino a un Templo.


-¿Es imprescindible?


-Si


-Está bien, ya estoy jugada, antes habías dicho que ir a una isla era una suerte de viaje iniciático.


Veo que lo entendiste bien, es un viaje iniciático en todos los casos, especialmente en este, le dice ayudándola a ascender por entre las formaciones rocosas , Carlos le quita la capucha cuando ya han caminado bastante en esa ruta de ascenso. Frente a ella  se interpone la estatua de un enorme toro, despidiendo agua por la boca, fabricada en bronce de fundición, preside la escena de una especie de catedral a cielo abierto.


A los pies del Toro se despliegan en forma de semicírculos doce tronos en los que hay sentadas doce personas vestidas de túnicas blancas, con cruces Templarias en el pecho y en la espalda una “H” bordada en letras doradas.


Por todos lados hay restos de estatuas y de muros con símbolos rescatados de la gran devastación. El humo de diferentes especies vegetales que se difunde desde una gran fogata, por momentos la marea.


Alguien que parece ser el Sumo Sacerdote la toma de la mano y la conduce a una mesa de concreto, que todos rodean


-Recuéstate, le dice, este es el altar de los sacrificios. ¿Has venido aquí por tu propia voluntad?


-Si, musita débilmente Irina


-¿Quieres conocer los misterios que protegen los Guardianes de  Heliópolis, con toda la sinceridad de tu corazón, para que lo sucedido no vuelva a ocurrir en ningún lugar del Planeta?


-Si, dice Irina mientras un sudor helado le recorre vértebra a vértebra al ver que una brillante y afilada espada es levantada por el Sumo Sacerdote sobre ella.


-El Alquimista dejó símbolos en toda su ciudad advirtiendo la llegada de ese día, trianguló los puntos donde la gente podía estar a salvo, esculpió en pilastras sobre toda su Obra, la forma definitiva del planeta después del Gran  Cambio, pero nadie quiso poner atención , lo veían como algo fantástico, pero no como una posibilidad real.


Irina cierra los ojos, está temblando, no puede mirar la  filosa espada detenerse sobre su pecho.


-Bienvenida, has probado tu valor, ahora perteneces a la Orden del los Guardianes de Heliópolis. Sea cual sea el lugar donde te encuentres tu primordial labor será la de preservar estos misterios.


Carlos, la toma suavemente de la mano y la ayuda a descender del altar, conduciéndola al bote de regreso.


6-DSC06146


 Día 7


Amiga, no se si te llegará esta carta, así como ninguna de las otras. Te comunico que he decidido no regresar. El cabello corto me queda muy bien y aquí hay una paz extraordinaria. Irina


FIN


*Créditos: con imágenes extraídas de Spot MTOP Seguridad Vial Tsunami


Publicaciones Destacadas

Restaurant

Yo no fui

Piriapolis
Restaurant

El Muelle Bistró

Piriapolis
ATM

Cajero BANRED Solis

Piriapolis
Shopping - Gifts

Bajamar Surf Shop

Piriapolis
Outdoor activities

Mirador de Nueva Car...

Maldonado
Outdoor activities

Fuente de Venus

Piriapolis

View all Services